Me desprendo del abrazo, salgo a la calle. En el cielo, ya clareando, se dibuja, finita, la luna. La luna tiene dos noches de edad. Yo, una.
(E. Galeano)
Casi de repente, después de tanto, de la imaginación a la realidad pasó a haber sólo un paso. Uno solo. Quién se lo hubiera dicho, y quién se lo hubiera detallado.
Y ella misma, desde siempre narrándose historias, determinando sus pensamientos, sus sentimientos, teniendo ahora que aprenderse nueva. Arquitecta con sus nuevos planos, ¿qué por dónde se supone que se comienza? No, ya empezaste. Un paso. Ese paso, único, de la tercera persona del singular, del narrador, al cuerpo y alma.
Ésta soy yo, descubriéndome una vez más. Mucho gusto, encantada.