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"Este día es algo de sal
me dejó vibrando al nacer
pesa y es liviano como un hilo sin nombre…"
me dejó vibrando al nacer
pesa y es liviano como un hilo sin nombre…"
L. A. Spinetta
Para que se te pase ese no-sé-qué interior, eso, que te agarra a veces. Eso, que te empieza a pesar en el pecho. Eso, que despacito da su ¿bien?venida, y después con más fuerza se instala ahí, y pesa, quizás duele, oprime.
Para que se te pase, lo primero es enfrentarlo, acercándote aún más a lo que lo causó, aceptándolo. Amarlo u odiarlo. Lo segundo, es exteriorizarlo, no darle el privilegio de ser un secreto. Despojarlo de la intimidad, compartirlo. Con palabras, con llanto, con un grito.
Y después de eso, viene la liviandad. Y si falla, claro, es porque la receta no es infalible. No siempre es tan fácil como para erradicarlo en dos pasos, pero por algo siempre hay que empezar.
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